El paisaje natural como territorio de exploración y reflexión creativa
José María Marbán (Valderas, 1959), pertenece a ese amplio grupo de creadores que, como los hermanos Alberto y Carlos Alix, José Ferrero Villares, Isacio de la Fuente, Roberto Díez, Pako Coedo o Gil Morán, han nacido en la provincia de León pero como consecuencia de las más diversas situaciones, han crecido, vivido y desarrollado su proceso creativo fuera de nuestro entorno próximo, sin que por esta razón sintamos desinterés o desafección por conocer su trabajo; más bien al contrario y sobremanera cuando la obra posee gran calidad e interés como es el caso. La muestra Four Rooms 2005-2012 que se exhibe en el Centro Leonés de Arte del ILC, Diputación de León, supone en primer lugar la presentación de un proyecto diseñado ad hoc para este espacio por el artista y en segundo lugar una aproximación básica, pero estructural, a la evolución creativa de su trayectoria desde el año 2005 al 2011. Una propuesta reducida en dimensiones pero amplia y compleja en enfoques y planteamientos que sin duda nos facilitan abordar una lectura coherente y esencial del quehacer artístico de este autor durante este periodo. Marbán procede del territorio de la ingeniería técnica y del software gráfico, un substrato constitutivo, rico y fértil que le permite desarrollar una formación artística multidisciplinar de tipo autodidacta. Aspecto este último que en determinadas situaciones se percibe como negativo y en otras a la inversa, dependiendo de los posicionamientos de teóricos y críticos en cada momento. Pero interesa destacar, en este punto su selección en 1986 en el Premio Internacional de Dibujo Joan Miró, hecho que confirma como mínimo un nivel formativo y técnico muy destacado en sus inicios. Sus primeros pasos artísticos se dan en los años ochenta en el ámbito de la música rock, en un momento álgido y fundamental de la música española, cuestión que en algunos casos influenciará sus creaciones pictóricas y fotográficas hasta el punto de servir como referencia directa en algunos títulos de obras como Rock I o Island, esta última recoge el título de un álbum emblemático que King Crimson realizó en colaboración con Robert Fripp y que supuso para Marbán un punto de inspiración esencial como sugieren sus palabras en el catálogo de la muestra Island Inland: “Existen sonidos muy plásticos y al revés, imágenes sonoras. En este sentido las piezas de King Crimson aportan de manera especial, paisajes… interiores e intemporales…” Sus pinturas de primera época se pueden encuadrar, como referencia genérica, tanto en la abstracción que toma su origen en la naturaleza como en el informalismo matérico que prioriza el gesto, el trazo, la textura, la densidad y los materiales. Son piezas de una gran tensión y contundencia plástica y expresiva que se irán poco a poco desplazando hacia un nuevo espacio de fusión, imbricación y experimentación con lo fotográfico y al mismo tiempo con los tratamientos digitales de imagen. En este nuevo espacio o fase de investigación, Marbán selecciona partes de obras formalizadas pictóricamente que posteriormente fotografía. Estas imágenes surgen de una acotación mínima descontextualizada, donde lo anecdótico pasa a ser primordial. Una vez capturada la imagen es sometida a modificaciones y tratamientos digitales en el ordenador, generando una transfiguración formal y al mismo tiempo conceptual. En algunos casos las impresiones digitales definitivas son nuevamente tratadas pictóricamente o se integran en piezas en forma de collage hasta alcanzar la configuración final. De este modo Marbán dota de una destacada significación al procedimiento técnico, que alcanza una gran complejidad al involucrar diferentes sistemas y medios, pero al mismo tiempo el proceso conceptual de elaboración y
conformación, ese tránsito secuencial y evolutivo hasta que alcanza la formalización o exteriorización definitiva, se convierte en protagonista fundamental, cuestión que se refleja en algunas imágenes. En esta etapa estamos ante la fusión de varios sistemas creativos en uno; el pictórico, el fotográfico…, pero con una intencionalidad claramente pictórica y paisajística. En la muestra Procesos, expuesta en Valladolid en el 2004 se puede apreciar perfectamente la integración entre lo fotográfico y lo pictórico a modo de collage en Mixterior, mientras que presenta un tratamiento más pictórico en Obra Larga. Esta vinculación, articulación o desplazamiento entre territorios próximos como el de la pintura y la fotografía, que incluso pueden llegar a ser amalgamas, fusiones e intersecciones, se han producido desde los mismos orígenes de la fotografía hasta nuestros días. Así gran parte de los retratistas miniaturistas de la mitad del siglo XIX se vieron obligados a desaparecer o transformarse en fotógrafos, pero no menos cierto es que se ha utilizado el retoque pictórico en la fotografía de forma generalizada desde sus inicios, siendo un caso muy próximo en el tiempo el de la artista española Ouka Lele y sus fotografías acuareladas a mano. La fotografía ha sido clave como punto de referencia o partida en muchos pintores como Eugène Delacroix o Camille Pissarro, destacando sobremanera el caso de los pintores hiperrealistas, como Chuck Close o Richard Estes entre otros, que se han servido de ésta como herramienta y elemento estructural para realizar su obra. Tampoco debemos olvidar la trascendencia que alcanza el tratamiento pictórico en el movimiento fotográfico de ideología romantica surgido en 1880 y denominado pictorialismo, como se puede observar en la obra de Robert Demachy y Peter Henry Emerson. Pero existen múltiples y variados ejemplos en España que nos aproximan a esa interrelación o diálogo, como ocurre en parte de la obra de Toni Catany, Antonio Gálvez, Ceferino López, Pere Hormiguera, Antonio Ávila …. En el año 2007 Marbán presenta en el Palacio de Pimentel la exposición Island Inlad. En la misma avanza en su interés y procesos por interrelacionar e integrar en una formalización plástica varias disciplinas creativas, diversas y dispares, que al mismo tiempo se pueden vincular y fusionar entre sí, como son la música, la pintura, la fotografía, el vídeo, los medios digitales y los procedimientos informáticos de tratamiento de imagen. Esta obra presenta un salto cualitativo que tensiona y amplifica la construcción conceptual, la percepción y la conformación de sus paisajes. En un primer momento éstos surgen de esa visión interior que puede aflorar o emerger, por medio de un complejo proceso sinestésico, o de un explosión interior de tipo sensorial, poético y espiritual, a partir de elementos o referentes próximos. En una segunda fase el punto de mira, para la captura de la imagen matriz, se exterioriza al ámbito espacial por medio de planteamientos teóricos y prácticos de tipo apropiacionista, produciéndose un gran distanciamiento y dejando de ser un proceso íntimo y directo del fotógrafo. Así surgen imágenes base que tienen su origen en satélites o telescopios, que serán sometidas a múltiples manipulaciones formales hasta que se constituya la plasmación final de estos emotivos y sugerentes paisajes. En este sentido conceptual, en la obra grupal Secuencias, las piezas IV, V y VI, relativas a imágenes que tienen su origen en un telescopio de la NASA que posteriormente son tratadas utilizando PhotoShop, presentan algunas coincidencias formales y estéticas con la obra Echoes de 1992 de otro autor leonés, Isacio de la Fuente. Obra referida a una visión peculiar del paisaje cósmico, pero en este caso el sistema de generación y constitución de la obra es justamente a la inversa, de la pintura a la fotografía. Isacio colorea y manipula unos acetatos para producir estas visiones cósmicas; estas pinturas posteriormente son fotografiadas y alcanzan una simulación similar a las imágenes originales surgidas d
telescopios. Sin duda resultados muy similares pero con procedimientos justamente inversos. La muestra que presentamos Four Rooms 2005-2012, se estructura en cuatro secciones o bloques temáticos. La serie Agua, es un conjunto de obras que se produjo con motivo de la Expo Zaragoza 2008, evento internacional que se centró en el tema del agua y el desarrollo sostenible, cuestión que nos aproxima a las preocupaciones del artista en relación a la ecología y la naturaleza. El grupo que se exhibe está integrado por nueve piezas en las cuales prima el sentido plástico y pictórico. Se puede indicar que conceptualmente coincide plenamente con una propuesta expositiva diseñada y comisariada por el prestigioso crítico Javier Hernando Carrasco en el 2002 para la Junta de Castilla y León, titulada Pintura sin Pintura. Una exposición de gran interés, que planteaba la constatación de la apertura de nuevos caminos en relación a la concepción y configuración del término pintura en si mismo y presentaba propuestas específicas de la nueva pintura creada a partir de la utilización de materiales y procesos extrapictóricos. Así se podía observar en el caso concreto de la propuesta de la artista Concha Prada, en la serie de 1999 Huevos Batidos, en la cual se utiliza el medio y soporte fotográfico con sentido plenamente pictórico y plástico, como ocurre igualmente en la serie Agua de José María Marbán. Aquí el artista se plantea la captura fotográfica de una realidad natural, cotidiana pero al mismo tiempo esencial e imprescindible para la vida, como es el agua. Ese líquido fluido e incoloro, indeterminado e informe que dependiendo de la velocidad de obturación que utilicemos en el acto fotográfico, como muy bien demostraron Muybridge y Marey con sus cronofotografías, nos permite fijar en un plano bidimensional una hiperrealidad que de otra manera es imperceptible y por lo tanto inexistente para el hombre, puesto que está más allá de la capacidad de observación humana. En estas imágenes nos aproxima a un territorio plenamente abstracto en el cual priman los efectos plásticos y pictóricos en relación al acto documental. En algunas obras sus composiciones son más dinámicas como ocurre en Abstracto o Fluir, pero en otras el acto de congelación o fijación del movimiento, nos ofrece unas imágenes con formas globulares que aportan un intenso sentido volumétrico que casi es escultórico, como se puede observar en Burbujas III, haciéndose mucho más evidente en Gota I. En la serie Fractales se percibe de forma intuitiva y sutil, una aplicación de tipo matemático y geométrico como componente esencial de las piezas, aspecto que procede evidentemente de su formación teórica. La distorsión y fractura que se aplica a la denominada imagen base, capturada por medio acotaciones de la naturaleza, surge ante nosotros como una reordenación viscosa, fluida y dinámica, en el caso de Selva II, Mutación I y Dibujo de luz I o al contrario, quebradiza, tensa y dramática en Ocre, Génesis o Gris oro. La ordenación de los elementos compositivos incorpora siempre un tratamiento ondulante o vibratorio que obliga al espectador a desplazarse visualmente por toda la superficie del plano fotográfico de forma permanente, generando una cierta inquietud e inestabilidad más o menos intensas. Así se observa una cierta vinculación en varias piezas con algunos fenómenos planteados por el Op Art y el Arte Cinético aunque con una geometrización más irregular, y en otras obras con el Futurismo italiano de Giacomo Balla, aunque con una temática totalmente diferente por centrarse únicamente en la naturaleza. En este mismo sentido y como consecuencia de las corrientes revisionistas de la abstracción, surgidas en España en las últimas décadas al unísono internacional, se observan espacios de reflexión y relación próximos con obras de otros creadores españoles coetáneos, como es el caso de Felicidad Moreno, nacida el mismo año que Marbán y al igual que él procedente del medio pictórico. Se podría plantear una cierta relación formal y estética en Selva II, Mutación I y Dibujo de la
Luz I, aunque salvando las distancias, con las composiciones que Felicidad formalizó por medios informáticos, para la muestra Hipnótico exhibida en el 2007 en el MUSAC. Algo similar ocurre con Daniel Verbis (León 1986), si comparamos las piezas citadas anteriormente, con las series Atrapo de 2000 y El artista camuflado de 2001. Obras plenamente pictóricas realizadas con elementos extrapictóricos que presentan composiciones muy barrocas y fluidas al igual que el caso de Marbán. La primera serie está realizada con trapos e hilos y la segunda con plastilina, materiales utilizados con intencionalidad pictórica al igual que Marbán utiliza la fotografía como técnica pictórica. En este conjunto de piezas, Fractales, se produce una sensación de fluidez y fricción que parece enfrentarnos a un plano fronterizo, límite entre nosotros y el más allá de la superficie, un lugar desconocido, impenetrable, imperceptible, inconcreto y por lo tanto misterioso hasta producirnos una cierta angustia. En algunas se presenta una tensión mínima en la composición como ocurre en Filigrana, en otras una tensión máxima como es el caso de Selva II, alcanzando en este último supuesto un tratamiento barroco que roza en el horror vacui. En esta serie la alteración de la imagen, procede no tanto del sistema o tiempo de captura utilizado, como ocurre en el caso del hiperrealismo del magnífico fotógrafo leonés Amando Casado, como de procedimientos ajenos al propio acto fotográfico en sí mismo. Así Marbán introduce un vector nuevo en la ecuación creativa y por lo tanto el software informático se convierte en este caso en una herramienta de tipo pictórico -el pincel se sustituye por el ratón- que nos aproxima a una cierta abstracción lírica que toma su origen en la naturaleza, con una cierta evoca levemente, en varias obras, a las pinturas de Fernando Zobel, referida a su sentido poético acuoso-atmosférico y el tratamiento zigzageante que presentan. La serie Tierra, está integrada por varias obras que en principio podrían parecer contrapuestas por su formulación estética y conceptual, puesto que nos plantea varias vías y posiciones diferenciadas dotadas de una profunda carga simbólica, que al mismo tiempo nos plantea un cierto sentido romántico y místico en la concepción del paisaje, tomando este término en su sentido amplio. En este grupo, surgen dos piezas Tierra II y Rock I, que nos proponen una reflexión en relación a los componentes texturales que nos podemos encontrar en las superficies rocosas. Sin duda es una visión plenamente abstracta en la cual la materia y los relieves se convierten en protagonistas. Por otro lado en Urueña surge la tierra pétrea, transformada y manipulada, aportando el enfoque constructivo arquitectónico y evocando al mismo tiempo al hombre. Pero no es el hombre actual, es el hombre del pasado, es el creador del siglo XI, sin duda el representante de una de las más bellas páginas de nuestra historia y cultura. Un tríptico impactante creado a partir de imágenes en contrapicado muy espectaculares que nos transmiten un sentido profundo de religiosidad y espiritualidad. También ocurre en la pieza Cántico, que refleja perfectamente el espíritu de austeridad, sencillez y de un nuevo camino o vía, la que nos propone el monje carmelita San Juan de la Cruz, hombre perseguido, detenido y torturado en un monasterio prisión de Toledo donde creo la parte esencial de Cántico Espiritual. Composición poética que espolea a Marbán para especular sobre el sentido divino y místico del paisaje, plasmado explendidamente en este paraje yermo y desolador, en el cual nos propone descubrir en su trasfondo la imagen de Dios como nos planteaba San Juan de la Cruz. Tremendo, dramático e impactante es el tríptico de la gran vanitas surgido del osario de Santa María de Wamba, representación simbólica de la como la vida es efímera y el ser humano acaba transformado residualmente en huesos que posteriormente se transformarán en polvo y tierra.
El paisaje natural como territorio de exploración y reflexión creativa
ResponderEliminarJosé María Marbán (Valderas, 1959), pertenece a ese amplio grupo de creadores que, como los hermanos Alberto y Carlos Alix, José Ferrero Villares, Isacio de la Fuente, Roberto Díez, Pako Coedo o Gil Morán, han nacido en la provincia de León pero como consecuencia de las más diversas situaciones, han crecido, vivido y desarrollado su proceso creativo fuera de nuestro entorno próximo, sin que por esta razón sintamos desinterés o desafección por conocer su trabajo; más bien al contrario y sobremanera cuando la obra posee gran calidad e interés como es el caso.
La muestra Four Rooms 2005-2012 que se exhibe en el Centro Leonés de Arte del ILC, Diputación de León, supone en primer lugar la presentación de un proyecto diseñado ad hoc para este espacio por el artista y en segundo lugar una aproximación básica, pero estructural, a la evolución creativa de su trayectoria desde el año 2005 al 2011. Una propuesta reducida en dimensiones pero amplia y compleja en enfoques y planteamientos que sin duda nos facilitan abordar una lectura coherente y esencial del quehacer artístico de este autor durante este periodo.
Marbán procede del territorio de la ingeniería técnica y del software gráfico, un substrato constitutivo, rico y fértil que le permite desarrollar una formación artística multidisciplinar de tipo autodidacta. Aspecto este último que en determinadas situaciones se percibe como negativo y en otras a la inversa, dependiendo de los posicionamientos de teóricos y críticos en cada momento. Pero interesa destacar, en este punto su selección en 1986 en el Premio Internacional de Dibujo Joan Miró, hecho que confirma como mínimo un nivel formativo y técnico muy destacado en sus inicios.
Sus primeros pasos artísticos se dan en los años ochenta en el ámbito de la música rock, en un momento álgido y fundamental de la música española, cuestión que en algunos casos influenciará sus creaciones pictóricas y fotográficas hasta el punto de servir como referencia directa en algunos títulos de obras como Rock I o Island, esta última recoge el título de un álbum emblemático que King Crimson realizó en colaboración con Robert Fripp y que supuso para Marbán un punto de inspiración esencial como sugieren sus palabras en el catálogo de la muestra Island Inland: “Existen sonidos muy plásticos y al revés, imágenes sonoras. En este sentido las piezas de King Crimson aportan de manera especial, paisajes… interiores e intemporales…”
Sus pinturas de primera época se pueden encuadrar, como referencia genérica, tanto en la abstracción que toma su origen en la naturaleza como en el informalismo matérico que prioriza el gesto, el trazo, la textura, la densidad y los materiales. Son piezas de una gran tensión y contundencia plástica y expresiva que se irán poco a poco desplazando hacia un nuevo espacio de fusión, imbricación y experimentación con lo fotográfico y al mismo tiempo con los tratamientos digitales de imagen. En este nuevo espacio o fase de investigación, Marbán selecciona partes de obras formalizadas pictóricamente que posteriormente fotografía. Estas imágenes surgen de una acotación mínima descontextualizada, donde lo anecdótico pasa a ser primordial. Una vez capturada la imagen es sometida a modificaciones y tratamientos digitales en el ordenador, generando una transfiguración formal y al mismo tiempo conceptual. En algunos casos las impresiones digitales definitivas son nuevamente tratadas pictóricamente o se integran en piezas en forma de collage hasta alcanzar la configuración final. De este modo Marbán dota de una destacada significación al procedimiento técnico, que alcanza una gran complejidad al involucrar diferentes sistemas y medios, pero al mismo tiempo el proceso conceptual de elaboración y
conformación, ese tránsito secuencial y evolutivo hasta que alcanza la formalización o exteriorización definitiva, se convierte en protagonista fundamental, cuestión que se refleja en algunas imágenes. En esta etapa estamos ante la fusión de varios sistemas creativos en uno; el pictórico, el fotográfico…, pero con una intencionalidad claramente pictórica y paisajística. En la muestra Procesos, expuesta en Valladolid en el 2004 se puede apreciar perfectamente la integración entre lo fotográfico y lo pictórico a modo de collage en Mixterior, mientras que presenta un tratamiento más pictórico en Obra Larga.
ResponderEliminarEsta vinculación, articulación o desplazamiento entre territorios próximos como el de la pintura y la fotografía, que incluso pueden llegar a ser amalgamas, fusiones e intersecciones, se han producido desde los mismos orígenes de la fotografía hasta nuestros días. Así gran parte de los retratistas miniaturistas de la mitad del siglo XIX se vieron obligados a desaparecer o transformarse en fotógrafos, pero no menos cierto es que se ha utilizado el retoque pictórico en la fotografía de forma generalizada desde sus inicios, siendo un caso muy próximo en el tiempo el de la artista española Ouka Lele y sus fotografías acuareladas a mano. La fotografía ha sido clave como punto de referencia o partida en muchos pintores como Eugène Delacroix o Camille Pissarro, destacando sobremanera el caso de los pintores hiperrealistas, como Chuck Close o Richard Estes entre otros, que se han servido de ésta como herramienta y elemento estructural para realizar su obra. Tampoco debemos olvidar la trascendencia que alcanza el tratamiento pictórico en el movimiento fotográfico de ideología romantica surgido en 1880 y denominado pictorialismo, como se puede observar en la obra de Robert Demachy y Peter Henry Emerson. Pero existen múltiples y variados ejemplos en España que nos aproximan a esa interrelación o diálogo, como ocurre en parte de la obra de Toni Catany, Antonio Gálvez, Ceferino López, Pere Hormiguera, Antonio Ávila ….
En el año 2007 Marbán presenta en el Palacio de Pimentel la exposición Island Inlad. En la misma avanza en su interés y procesos por interrelacionar e integrar en una formalización plástica varias disciplinas creativas, diversas y dispares, que al mismo tiempo se pueden vincular y fusionar entre sí, como son la música, la pintura, la fotografía, el vídeo, los medios digitales y los procedimientos informáticos de tratamiento de imagen. Esta obra presenta un salto cualitativo que tensiona y amplifica la construcción conceptual, la percepción y la conformación de sus paisajes. En un primer momento éstos surgen de esa visión interior que puede aflorar o emerger, por medio de un complejo proceso sinestésico, o de un explosión interior de tipo sensorial, poético y espiritual, a partir de elementos o referentes próximos. En una segunda fase el punto de mira, para la captura de la imagen matriz, se exterioriza al ámbito espacial por medio de planteamientos teóricos y prácticos de tipo apropiacionista, produciéndose un gran distanciamiento y dejando de ser un proceso íntimo y directo del fotógrafo. Así surgen imágenes base que tienen su origen en satélites o telescopios, que serán sometidas a múltiples manipulaciones formales hasta que se constituya la plasmación final de estos emotivos y sugerentes paisajes. En este sentido conceptual, en la obra grupal Secuencias, las piezas IV, V y VI, relativas a imágenes que tienen su origen en un telescopio de la NASA que posteriormente son tratadas utilizando PhotoShop, presentan algunas coincidencias formales y estéticas con la obra Echoes de 1992 de otro autor leonés, Isacio de la Fuente. Obra referida a una visión peculiar del paisaje cósmico, pero en este caso el sistema de generación y constitución de la obra es justamente a la inversa, de la pintura a la fotografía. Isacio colorea y manipula unos acetatos para producir estas visiones cósmicas; estas pinturas posteriormente son fotografiadas y alcanzan una simulación similar a las imágenes originales surgidas d
telescopios. Sin duda resultados muy similares pero con procedimientos justamente inversos.
ResponderEliminarLa muestra que presentamos Four Rooms 2005-2012, se estructura en cuatro secciones o bloques temáticos. La serie Agua, es un conjunto de obras que se produjo con motivo de la Expo Zaragoza 2008, evento internacional que se centró en el tema del agua y el desarrollo sostenible, cuestión que nos aproxima a las preocupaciones del artista en relación a la ecología y la naturaleza. El grupo que se exhibe está integrado por nueve piezas en las cuales prima el sentido plástico y pictórico. Se puede indicar que conceptualmente coincide plenamente con una propuesta expositiva diseñada y comisariada por el prestigioso crítico Javier Hernando Carrasco en el 2002 para la Junta de Castilla y León, titulada Pintura sin Pintura. Una exposición de gran interés, que planteaba la constatación de la apertura de nuevos caminos en relación a la concepción y configuración del término pintura en si mismo y presentaba propuestas específicas de la nueva pintura creada a partir de la utilización de materiales y procesos extrapictóricos. Así se podía observar en el caso concreto de la propuesta de la artista Concha Prada, en la serie de 1999 Huevos Batidos, en la cual se utiliza el medio y soporte fotográfico con sentido plenamente pictórico y plástico, como ocurre igualmente en la serie Agua de José María Marbán.
Aquí el artista se plantea la captura fotográfica de una realidad natural, cotidiana pero al mismo tiempo esencial e imprescindible para la vida, como es el agua. Ese líquido fluido e incoloro, indeterminado e informe que dependiendo de la velocidad de obturación que utilicemos en el acto fotográfico, como muy bien demostraron Muybridge y Marey con sus cronofotografías, nos permite fijar en un plano bidimensional una hiperrealidad que de otra manera es imperceptible y por lo tanto inexistente para el hombre, puesto que está más allá de la capacidad de observación humana. En estas imágenes nos aproxima a un territorio plenamente abstracto en el cual priman los efectos plásticos y pictóricos en relación al acto documental. En algunas obras sus composiciones son más dinámicas como ocurre en Abstracto o Fluir, pero en otras el acto de congelación o fijación del movimiento, nos ofrece unas imágenes con formas globulares que aportan un intenso sentido volumétrico que casi es escultórico, como se puede observar en Burbujas III, haciéndose mucho más evidente en Gota I.
En la serie Fractales se percibe de forma intuitiva y sutil, una aplicación de tipo matemático y geométrico como componente esencial de las piezas, aspecto que procede evidentemente de su formación teórica. La distorsión y fractura que se aplica a la denominada imagen base, capturada por medio acotaciones de la naturaleza, surge ante nosotros como una reordenación viscosa, fluida y dinámica, en el caso de Selva II, Mutación I y Dibujo de luz I o al contrario, quebradiza, tensa y dramática en Ocre, Génesis o Gris oro. La ordenación de los elementos compositivos incorpora siempre un tratamiento ondulante o vibratorio que obliga al espectador a desplazarse visualmente por toda la superficie del plano fotográfico de forma permanente, generando una cierta inquietud e inestabilidad más o menos intensas. Así se observa una cierta vinculación en varias piezas con algunos fenómenos planteados por el Op Art y el Arte Cinético aunque con una geometrización más irregular, y en otras obras con el Futurismo italiano de Giacomo Balla, aunque con una temática totalmente diferente por centrarse únicamente en la naturaleza. En este mismo sentido y como consecuencia de las corrientes revisionistas de la abstracción, surgidas en España en las últimas décadas al unísono internacional, se observan espacios de reflexión y relación próximos con obras de otros creadores españoles coetáneos, como es el caso de Felicidad Moreno, nacida el mismo año que Marbán y al igual que él procedente del medio pictórico. Se podría plantear una cierta relación formal y estética en Selva II, Mutación I y Dibujo de la
Luz I, aunque salvando las distancias, con las composiciones que Felicidad formalizó por medios informáticos, para la muestra Hipnótico exhibida en el 2007 en el MUSAC. Algo similar ocurre con Daniel Verbis (León 1986), si comparamos las piezas citadas anteriormente, con las series Atrapo de 2000 y El artista camuflado de 2001. Obras plenamente pictóricas realizadas con elementos extrapictóricos que presentan composiciones muy barrocas y fluidas al igual que el caso de Marbán. La primera serie está realizada con trapos e hilos y la segunda con plastilina, materiales utilizados con intencionalidad pictórica al igual que Marbán utiliza la fotografía como técnica pictórica.
ResponderEliminarEn este conjunto de piezas, Fractales, se produce una sensación de fluidez y fricción que parece enfrentarnos a un plano fronterizo, límite entre nosotros y el más allá de la superficie, un lugar desconocido, impenetrable, imperceptible, inconcreto y por lo tanto misterioso hasta producirnos una cierta angustia. En algunas se presenta una tensión mínima en la composición como ocurre en Filigrana, en otras una tensión máxima como es el caso de Selva II, alcanzando en este último supuesto un tratamiento barroco que roza en el horror vacui. En esta serie la alteración de la imagen, procede no tanto del sistema o tiempo de captura utilizado, como ocurre en el caso del hiperrealismo del magnífico fotógrafo leonés Amando Casado, como de procedimientos ajenos al propio acto fotográfico en sí mismo. Así Marbán introduce un vector nuevo en la ecuación creativa y por lo tanto el software informático se convierte en este caso en una herramienta de tipo pictórico -el pincel se sustituye por el ratón- que nos aproxima a una cierta abstracción lírica que toma su origen en la naturaleza, con una cierta evoca levemente, en varias obras, a las pinturas de Fernando Zobel, referida a su sentido poético acuoso-atmosférico y el tratamiento zigzageante que presentan.
La serie Tierra, está integrada por varias obras que en principio podrían parecer contrapuestas por su formulación estética y conceptual, puesto que nos plantea varias vías y posiciones diferenciadas dotadas de una profunda carga simbólica, que al mismo tiempo nos plantea un cierto sentido romántico y místico en la concepción del paisaje, tomando este término en su sentido amplio. En este grupo, surgen dos piezas Tierra II y Rock I, que nos proponen una reflexión en relación a los componentes texturales que nos podemos encontrar en las superficies rocosas. Sin duda es una visión plenamente abstracta en la cual la materia y los relieves se convierten en protagonistas. Por otro lado en Urueña surge la tierra pétrea, transformada y manipulada, aportando el enfoque constructivo arquitectónico y evocando al mismo tiempo al hombre. Pero no es el hombre actual, es el hombre del pasado, es el creador del siglo XI, sin duda el representante de una de las más bellas páginas de nuestra historia y cultura. Un tríptico impactante creado a partir de imágenes en contrapicado muy espectaculares que nos transmiten un sentido profundo de religiosidad y espiritualidad. También ocurre en la pieza Cántico, que refleja perfectamente el espíritu de austeridad, sencillez y de un nuevo camino o vía, la que nos propone el monje carmelita San Juan de la Cruz, hombre perseguido, detenido y torturado en un monasterio prisión de Toledo donde creo la parte esencial de Cántico Espiritual. Composición poética que espolea a Marbán para especular sobre el sentido divino y místico del paisaje, plasmado explendidamente en este paraje yermo y desolador, en el cual nos propone descubrir en su trasfondo la imagen de Dios como nos planteaba San Juan de la Cruz.
Tremendo, dramático e impactante es el tríptico de la gran vanitas surgido del osario de Santa María de Wamba, representación simbólica de la como la vida es efímera y el ser humano acaba transformado residualmente en huesos que posteriormente se transformarán en polvo y tierra.
4 pimeras páginas ---Luis García Martínez
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